Una cosa es el egoísmo moral y el engreimiento insoportable
del que se las sabe todas, y otra muy distinta, la autoafirmación y el
fortalecimiento del sí mismo.
Por desgracia no siempre somos capaces de actuar de este
modo. En muchas ocasiones decimos “sí”, cuando queremos decir “no”, o nos
sometemos a situaciones indecorosas y a personas francamente abusivas, pudiendo
evitarlas ¿Quién no se reprochado alguna vez a sí mismo el silencio cómplice,
la obediencia indebida o la sonrisa zalamera y apaciguadora? ¿Quién no se ha
mirado alguna vez al espejo tratando de perdonarse el servilismo, o el no haber
dicho lo que en verdad pensaba? ¿Quién no ha sentido, así sea de vez cuando, la
lucha interior entre la indignación por el agravio y el miedo a enfrentarlo?...
¿Por qué nos cuesta tanto ser consecuentes con lo que
pensamos y sentimos? ¿Por qué en ocasiones, a sabiendas de que estoy
infringiendo mis preceptos éticos, me quedo quieto y dejo que se aprovechen de
mí o me falten al respeto? ¿Por qué sigo soportando los agravios, por qué digo
lo que no quiero decir y hago lo que no quiero hacer, por qué me callo cuando
debo hablar, por qué me siento culpable cuando hago valer mis derechos?,,,
Riso, W
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